Los indígenas de la VIII marcha de los pueblos de tierras bajas y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq), caminaron 14 de los 34 días que transcurrieron desde que partieron el 15 de agosto desde la ciudad de Trinidad.

Los marchistas pretendían caminar entre 20 y 30 kilómetros por día para llegar a La Paz, en la segunda quincena de septiembre. Recorrieron al menos 250 de los 640 kilómetros que distan hasta la sede de Gobierno. Los indígenas que resolvieron marchar desde el 15 de agosto, en rechazo a la intención gubernamental de construir una carretera que en uno de sus tramos pasará por el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), se mantienen en la comunidad de El Limoncito, aguardando disposiciones de sus líderes. El tramo más sostenido fue entre Trinidad y San Ignacio de Moxos, donde descansaron dos días, retomaron la caminata hasta la comunidad de Puerto San Borja, donde fracasó su intento de diálogo con el Gobierno; su próxima parada fue la comunidad de Santa Ana de Moseruna, después avanzaron hasta El Totaizal, Vista Hermosa, San Borja, donde pernoctaron muchos días por el diálogo con los ministros de Estado; el siguiente campamento fue Horeb y La Embocada y ahora se encuentran en El Limoncito. Rafael Quispe, el mallku del Conamaq, responsabilizó al Gobierno del avance de la marcha. “Las constantes intenciones de diálogo del Gobierno que han servido sólo para dilatar nuestra caminata”. Agregó que el Gobierno no llevó propuestas diferentes a los varios escenarios de diálogo, sino su único planteamiento que es la construcción de la carretera por el centro del TIPNIS. Los marchistas se quedaron en varios campamentos en medio del desarrollo de encuentros con el Gobierno, pero concluyeron sin acuerdos. El presidente del TIPNIS, Fernando Vargas, aseguró que no existe cansancio en los marchistas, pero sí estarían fortalecidos. “La gente no está cansada, está enojadísima por las acciones de las autoridades”, declaró el dirigente, al referirse que la distancia que les falta para llegar a La Paz no es la preocupación, sino la actitud gubernamental. “Las constantes intenciones de diálogo del Gobierno que han servido para dilatar nuestra caminata”