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El temor por otra represión se expande en los campamentos


2011-09-27
Página Siete

Los originarios denuncian que por la zona vieron vehículos que pertenecen a las Fuerzas Armadas. Ayer comenzó el reencuentro de las familias.

Dolor, estupefacción y temor. Ésos son los sentimientos que acompañan a los hombres, mujeres y niños de la marcha por el TIPNIS desde el domingo, al caer la tarde, cuando la Policía intervino sobre su campamento a golpes, patadas y gases. Muchos niños, mujeres y hombres aún se encuentran desaparecidos y en San Borja corren rumores sobre una posible intervención militar. San Borja amaneció bloqueada. Todos los caminos que llevan a este pueblo del oriente se encuentran cortados. La noche antes, el pueblo había impedido el paso de la Policía que pretendía llevar a los marchistas en camionetas y buses hasta La Paz y sus habitantes cavaron zanjas y bloquearon el camino con troncos, arena, ramas y fogatas. En la mañana, la fuerza del bloqueo y la resistencia se fue radicalizando. Los indígenas chimanes que habitan esta región salieron del monte armados con flechas y piedras para defender la marcha cruelmente dispersada el día anterior. “Ésta es una injusticia demasiado grande”, era la frase que más se repetía hasta en los últimos confines de San Borja. Muchos decían haber visto camiones del Ejército acercándose al pueblo por el lado del puente Piroco, que cruza el río Maniqui. “Esto es mucho atropello y no lo vamos a permitir”, dijeron varios pobladores que mencionaron haber recibido noticias de contingentes policiales y grupos militares en los extremos del pueblo. San Borja estaba indignada también por la detención del presidente de su comité cívico, Víctor Hugo Párraga. A las cinco de la tarde tocaron las campanas de la iglesia de San Borja para congregar al pueblo en la plaza principal. Más de mil sanborjanos marcharon para manifestar su rechazo a la represión de la marcha indígena y la injustificada detención del presidente de su comité cívico. Reencuentro de familias Desde horas de la madrugada indígenas que habían escapado hacia el monte y logrado huir hasta San Borja empezaron a llegar a la parroquia de la Iglesia. Padres y madres indígenas, tras largas horas de desesperación y de búsqueda, lograron encontrar nuevamente a sus niños. Cerca de las ocho de la mañana los niños Roger y Osmar Eato volvieron a reunirse por fin con su madre y su padre que, de rodillas y abrazado a sus pequeños, daban gracias por haberlos hallado después de una búsqueda incansable a lo largo y ancho del monte y una noche. Algunas versiones de la marcha “He visto cuando le pegaron a Fernando Vargas, a Celso Padilla y a mi hijo Limber. Estamos decididos a marchar”. (Antonio Sosa, poeta de la etnia canichana). “Somos de la comunidad de Ihuasichi. Somos chimanes. Hay gente que está bajando del monte y está trayendo flechas, por lo que pasó con la marcha. Varios están viniendo”. Ingenio Huasnay, corregidor de Ihuasichi- Chimán dijo: “Tenemos siete hijos. Anoche nos metimos entre los bejucales y dormimos ahí, salimos a las seis y nos encontramos con otros compañeros. Tres de nuestros hijos no aparecen”.

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