Reformas

La ley que se viene


2011-09-30

Editorial del periodico tarijeño El País sobre al próxima Ley de Hidrocarburos en el que se destaca la importnacia de su socialización

Ya nos anunciaron que la nueva Ley de Hidrocarburos será pronto puesta a consideración de todos los bolivianos, es decir, el proyecto de ley será “socializado” y quien hizo el anuncio fue precisamente un tarijeño, el dirigente campesino y actual diputado Luis Alfaro, puesto que él es también presidente de la Comisión de Economía e Hidrocarburos de la Asamblea Plurinacional. Habrá mucho que analizar y mucho que debatir alrededor de ese proyecto, debate con el cual Tarija, principalmente, tiene mucho que ver, como departamento productor de casi las tres cuartas partes del gas en Bolivia. Pero es bueno tomar previsiones desde ahora, para que no terminemos con normas que no conocemos, no interpretamos y casi no entendemos, como sucede ahora con muchas leyes y decretos, e inclusive con su matriz: la Constitución Política del Estado Plurinacional. Es saludable comenzar a prepararnos para lo que viene, que tendrá relación no solamente con la exploración y producción de los hidrocarburos, así como de las concesiones, asociaciones y cualquier forma jurídica que se adopte para eso, sino también con la industrialización que tanto hemos anhelado y seguirnos esperando y hasta con los efectos directos o colaterales de todo eso. Efectos sociales lo mismo que ambientales. No será fácil. Es común suponer que muchos detalles son obvios, secundarios e irrelevantes, pero no hay tal y por eso precisamente, antes siquiera de asomarnos a la parte esencial del mentado proyecto de ley, se nos ocurre comentar algo sobre las bolsas de plástico, o bolsas de polietileno de baja densidad, que es su nombre completo. Todos las conocemos y las utilizamos, dado que es uno de los derivados petroquímicos más baratos y de más alta producción en el mundo. Posiblemente cerca de 100 millones de toneladas anuales. Y por eso mismo, un verdadero problema a la hora de eliminarlo, aunque teóricamente sea un producto biodegradable, es decir, una sustancia que puede descomponerse en sus elementos químicos básicos, debido a la acción de agentes biológicos, como plantas, animales, microorganismos y hongos, bajo condiciones ambientales naturales. Y tenemos a la mano una bolsa, de las que “regalan” con las compras en los supermercados. No damos más detalles porque se volvería publicidad y ese no es el propósito. Allí, en la bolsa, en letra menuda, muy menuda, se puede leer lo siguiente: “Este producto se degradará en periodo de 12 a 24 meses, en tierra o en un relleno sanitario al ser expuesto (OJO) al oxígeno y/o calor y estrés mecánico, tal como se describe en la norma ASTM D883…” El resto es una retahíla que menciona, con solo números, cuatro normas más, con seguridad de cumplimiento casi imposible, especialmente en lugares como Tarija, donde ni siquiera las aguas residuales son tratadas. De eso también tendrá que ocuparse la nueva Ley de Hidrocarburos, del que los cubanos llamaban “nailito” y lo cuidaban mucho, porque allí, hasta hace muy poco, tales bolsas no se botaban sino que se lavaban y se reutilizaban una y otra y otra vez. ¿Incómodo? Seguramente que sí, pero menos malo que contaminar como ahora la tierra, los mares, los ríos y todo con las benditas bolsas.

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