Reformas

Acabar con la violencia


2013-03-08

La violencia asociada al género ya no puede seguir siendo tolerada

Como pocas veces antes, el Día Internacional de la Mujer, que se recuerda hoy, viene precedido de un intenso debate sobre la necesidad de acabar con la violencia hacia las mujeres, precisamente el mismo tema que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha señalado para este año. Es que la violencia asociada al género ya no puede seguir siendo tolerada. En efecto, poco a poco, pero sin descanso, las organizaciones de mujeres han logrado posicionar en el debate público la importancia de reflexionar, pero sobre todo hacer algo, respecto de las múltiples formas de violencia que afectan cotidianamente a las mujeres. El resultado, al menos en Bolivia, es una sociedad que comienza a transformar sus hábitos, y si bien no es posible señalar que hay menos violencia, sí es posible afirmar que hay menos tolerancia hacia sus manifestaciones. Como coincidiendo con la reflexión propuesta por la ONU para esta fecha, días atrás, la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia, norma que había sido demandada desde hace ya mucho tiempo por las organizaciones de la sociedad civil, y que sólo pudo avanzar en los últimos meses merced a los cada vez más recurrentes casos de violencia extrema, a menudo traducidos en feminicidio, que conmovieron a la sociedad. Es evidente que la sola existencia de una ley, incluso si contempla la amenaza de la máxima sanción penal, no es suficiente para poner un alto a la violencia; mas también es cierto que de un modo u otro ayuda a crear conciencia sobre este mal; y en esa medida, a cambiar actitudes. Es que la violencia asociada al género no se manifiesta solamente en el plano físico, en el que deja heridas visibles, que sin embargo pueden ser curadas, sino sobre todo en los planos simbólico y espiritual. Una mujer agredida de cualquier manera afronta la vida con un dolor que a menudo le resta fuerzas; las heridas en el espíritu no siempre pueden ser sanadas, y a menudo dan paso a la reproducción de esa misma violencia en las nuevas generaciones. Asimismo, tan extendida, o más, es la violencia simbólica, que se manifiesta, por un lado, en los discursos que la sociedad recibe y reproduce, ora en forma de chistes, ora en forma de comentarios, que desvalorizan el aporte femenino. Por el otro, se manifiesta en cada ocasión que una mujer acepta o justifica dichos discursos, por considerarlos “normales”. Este 8 de marzo nos encuentra ante el desafío de pasar del discurso a la acción, avanzando de manera resuelta, como sociedad en su conjunto y no como “grupos de mujeres”, hacia la eliminación de todas las formas de violencia asociadas al género. El resultado no se verá de la noche a la mañana, por lo que es importante estar alertas y, sobre todo, no tolerar nunca más ninguna agresión hacia las mujeres.

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