Días atrás, en una entrevista radial, el responsable del Programa Nacional de Postalfabetización (PNP) reveló que la mayoría de las personas que se han inscrito a la formación para adultos son mujeres, lo cual demuestra una vez más la importancia que tiene este proyecto para resolver inequidades estructurales.

En efecto, según los datos de la autoridad, el 70% del total de la matrícula de participantes pertenece a mujeres y el 30% restante, a varones. Agregó que de aproximadamente 170.000 personas matriculadas en los últimos cinco años, 111.167 aprobaron el 2° de primaria, 66.824 recibieron la libreta del 3° de primaria y 32.103 terminaron el 5° de primaria, en tanto que 24.713 participantes concluyeron la primaria, recibieron la libreta del sexto curso y podrán continuar sus estudios secundarios hasta concluir el bachillerato. Para nadie debe ser desconocido que hasta hace relativamente poco tiempo, las familias tradicionalmente relegaban a las mujeres a la hora de decidir sobre la escolarización de la descendencia; en los casos de familias de pocos recursos era prácticamente un hecho que sólo los varones podían acceder a la educación formal, pero también en las clases media y alta, en las que los hombres eran enviados a la escuela y luego a la universidad en detrimento de sus hermanas. Hay, pues, un cambio importante, que debe ser apoyado.