Reformas

Un alto a la violencia intrafamiliar


2015-10-23
www.la-razon.com
La Razón

La violencia intrafamiliar es un fenómeno que, lamentablemente, tiende a mantenerse en silencio. Las uniones entre humanos y los grupos familiares son el cimiento sobre el que se construyen las sociedades y el que garantiza su buen desarrollo. Los modelos de relaciones en los que los individuos crecen y se desarrollan inevitablemente van a influir en su concepción sobre las relaciones humanas y sobre sí mismos a lo largo de su vida, por lo que es necesario que los modelos que cada niño observe sean saludables y funcionales para todos los involucrados en el grupo.

Las uniones entre humanos y los grupos familiares son el cimiento sobre el que se construyen las sociedades y el que garantiza su buen desarrollo. Los modelos de relaciones en los que los individuos crecen y se desarrollan inevitablemente van a influir en su concepción sobre las relaciones humanas y sobre sí mismos a lo largo de su vida, por lo que es necesario que los modelos que cada niño observe sean saludables y funcionales para todos los involucrados en el grupo. Es imperativo que el respeto, tanto hacia uno mismo y hacia las demás personas, sea uno de los valores fundamentales dentro de cada hogar; esto es, respeto entendido como una forma de empatía que siga la llamada “regla dorada”: no hacer a nadie lo que no se desea que le hagan a uno. Esto también trasciende a un esfuerzo por no replicar modelos que se hayan vivido en el pasado y que hayan causado sufrimiento a los involucrados.

La violencia dentro del contexto de las relaciones amorosas rompe la confianza y la seguridad que debe existir en el interior —posiblemente a nivel nuclear— de este vínculo humano. Una relación es un esfuerzo mutuo por buscar cómo contribuir a la felicidad del otro, cómo asegurarse de que sus necesidades primordiales se vean cumplidas; es decir, velar porque la otra persona tenga un hogar y alimento, viva libre de miedo y sufrimiento, pueda desarrollar su potencial en un ambiente tranquilo y pueda mantener vínculos saludables con otras personas. Amar no es restringir ni imponer, sino crecer y confiar. La violencia destruye la confianza que debe existir en las parejas, y la reemplaza con miedo por parte de la víctima.

Sin embargo, debido a la prevalencia de estas situaciones, la creación de un sistema para prevenir y manejar correctamente estos casos es necesaria. En el caso de Costa Rica se cuenta con una Ley Contra la Violencia Doméstica para definir, dentro del marco institucional, qué se considera violencia y qué categorías componen este fenómeno, además de especificar el tipo de situaciones ilegales dentro del sistema jurídico del país. Asimismo, la fuerza pública de Costa Rica cuenta con un Programa de Violencia Intrafamiliar, cuyo objetivo es capacitar a sus miembros para lidiar con las eventualidades que se puedan presentar en estos círculos de violencia, y explicar a la población las distintas formas de denunciar este tipo de comportamientos y las instituciones a las que se puede acudir por ayuda.

El último ejemplo por mencionar en el caso de Costa Rica es la existencia del Sistema Nacional de Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar y la Violencia contra las Mujeres, el que constituye un esfuerzo conjunto entre el Instituto Nacional de las Mujeres, ministerios, instituciones descentralizadas del Estado y organizaciones relacionadas con la materia, con el objetivo de establecer políticas públicas que garanticen el cumplimiento de lo establecido en los marcos legales y proveer atención a las personas afectadas por la violencia.

En caso de verse involucrado en una de estas situaciones, se debe saber que no se está solo. Existen programas a los cuales recurrir, un sistema judicial que puede ayudar o, en un inicio, una mano amiga en la cual apoyarse. La violencia intrafamiliar es un fenómeno que, lamentablemente, tiende a mantenerse en silencio, pero éste no debe ser el caso. Si se conoce a una persona que pase por esto, lo deseable es escucharla y ayudarle en la medida de lo posible. El mayor cómplice de la violencia doméstica es el silencio.

Los modelos familiares deben ser saludables para el progreso y el bienestar de la sociedad, ya que, como se debe recordar, ésta depende del trato cordial y la consideración hacia los otros, valores que deben encontrarse presentes dentro de cada familia.

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