Reformas

La mujer como ofensa


2015-12-17
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La Razon

El Viceministro de Descolonización, cabeza del Comité Nacional de lucha Contra el Racismo y Discriminación, afirmó que “ponerle la pollera a un hombre y mostrar que la mujer es un ser inferior tiene muchos mensajes y todos rayan en lo racista y discriminatorio”

La Razón (Edición Impresa) / La Paz

01:57 / 17 de diciembre de 2015

Días atrás se denunció a través de radio Erbol que comunarios de Marka Achiri, un ayllu perteneciente al municipio paceño de Caquiaviri, decidieron castigar al Alcalde por no destinar suficientes recursos a la población de esa comunidad. El problema es que no se les ocurrió mejor castigo que humillarlo vistiéndolo de mujer, y el hecho causó indignación generalizada.

Ángel Gutiérrez, concejal de Caquiaviri, informó a Erbol que el hecho ocurrió el martes de la anterior semana, cuando los comunarios vistieron de chola al alcalde Bruno Álvarez antes de dejarlo en libertad. “Fue una humillación”, aseguró. Apenas conocida, la noticia fue publicada en la mayoría de los medios de información y pronto se “viralizó” en las redes sociales, hasta convertirse en un tema conspicuo en la agenda pública.

Afortunadamente, la mayoría de los comentarios vertidos hicieron énfasis en dos aspectos fundamentales: por una parte, en el trasfondo profundamente misógino de “castigar” a un varón imponiéndole atributos femeninos, en este caso la vestimenta; por la otra, que dichos actos están tipificados en la Ley 348, Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia.

A su vez, el Viceministro de Descolonización, cabeza del Comité Nacional de lucha Contra el Racismo y Discriminación, afirmó que “ponerle la pollera a un hombre y mostrar que la mujer es un ser inferior tiene muchos mensajes y todos rayan en lo racista y discriminatorio”, por lo que anunció la visita de una comisión institucional compuesta por representantes del citado comité, de la Defensoría del Pueblo y de organizaciones de Derechos Humanos, “para que podamos desarrollar un intercambio de información sobre las nuevas leyes contra estos actos”, según informó.

Pese a lo lamentable del hecho, y de algunas repercusiones racistas (que por condenar lo sucedido cayeron en la descalificación de toda la comunidad y de la población indígena originaria campesina del área andina), el lado positivo está en que ha servido para traer a la superficie las muchas maneras en que la violencia simbólica se desarrolla en la sociedad.

Entendida como aquellas formas de agresión que ocurren sin que la víctima sea consciente o, peor, con su aceptación, la violencia simbólica es uno de los mayores obstáculos en la lucha a favor de los derechos de las mujeres (y de las minorías), por lo que hacer visibles sus manifestaciones ayuda a las personas a identificarla y, ojalá, rechazarla y denunciarla.

En varias ocasiones se ha sostenido en este mismo espacio que la lucha contra todas las formas de discriminación y sus múltiples manifestaciones pasa necesariamente por la educación en todos los ámbitos de la sociedad, teniendo como objetivo la transformación de la cultura basada en principios patriarcales. Mientras tal cosa no suceda, seguiremos lamentando episodios como el que aquí se comenta.

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