Reformas

La justicia reproduce justicia; la impunidad reproduce impunidad


2016-01-13
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Pagina Siete

Si las mujeres fuésemos sumisas, obedientes y complacientes no seríamos asesinadas y no hubieran feminicidios; por lo tanto, desde una visión machista es muy fácil culpabilizarnos de nuestras propias muertes y de nuestros propios feminicidios para, una vez más, justificar, victimizar y eximir a nuestros asesinos.

Si Andrea no se acercaba al vehículo, él mismo no la hubiera matado y no tuviéramos un hecho que investigar, es cierto. Exactamente en el mismo sentido podemos decir que si Kushner no hubiera ido desde la zona Sur a Mongo’s, en busca de provocar una escena de poder frente a Andrea, quizás tampoco la hubiera matado porque simplemente no se hubieran encontrado.

Pero también podemos decir que si  Kushner, al sentir que  con su carro había golpeado el cuerpo de Andrea hubiera frenado con ese súper freno que un carro carísimo tiene, tampoco la hubiera matado, claro que deseamos que eso hubiera pasado. Pero no, Kushner apretó el acelerador y no el freno, y esa fue la causa de la muerte de Andrea.  Eso se llama feminicidio, no porque responda a un crimen planificado, sino porque responde al ultimo y más extremo grado de violencia machista en un proceso acumulativo de violencia, que en el caso de Kushner se manifestó con el desprecio violento por la vida de Andrea.  

Dentro esa misma lógica podríamos decir que si no fuésemos conflictivas, si no reclamáramos por dignidad en nuestras vidas, si no reclamáramos por amor en nuestras vidas, tampoco se crearían los escenarios para ser asesinadas por nuestras parejas. Ese es el chantaje machista en el que estamos hoy históricamente atrapadas: si eres buena, no te va a pasar nada y si algo te pasa es porque eres mala: porque bailaste el día martes en lugar de quedarte en tu casa, porque dijiste no en lugar de decir sí, porque te enamoraste de la persona equivocada, porque te vestiste para provocar, porque tu risa y tu alegría de vivir ofenden e intimidan al machista y lo obligan a actuar violentamente contra ti. 

Si las mujeres fuésemos sumisas, obedientes y complacientes no seríamos asesinadas y no hubieran feminicidios; por lo tanto, desde una visión machista es muy fácil culpabilizarnos de nuestras propias muertes y de nuestros propios feminicidios para, una vez más, justificar, victimizar y eximir a nuestros asesinos.

Yo no entiendo que hayan mujeres abogadas como Audalia Zurita que defiendan feminicidas importando sólo el grosor de la billetera y que no sienta vínculo ético alguno que la comprometa con las mujeres y su dignidad, pero las hay y muchas. 

Yo no entiendo que hayan tres fiscales mujeres en la comisión que actúen de forma permanente como si fueran una comisión de defensa de Kushner y no de acusación. Por ejemplo, no obligándole a que entregue la clave de su celular para hacer el peritaje correspondiente de sus llamadas, que no exijan un perfil psicológico del feminicida, pero sí de la víctima, y que rechacen sistemáticamente las actuaciones que la madre de la víctima solicita, convirtiéndose  en una comisión de fiscales digitadas por el poder del victimador. 

Yo no entiendo que el Ministerio de Gobierno, la gobernación de San Pedro y el jefe de seguridad no tengan la capacidad de garantizar la reclusión del imputado, sino que la billetera y el poder del imputado permita que él no sólo goce de una reclusión cinco estrellas, sino que se pueda pasear por la ciudad como varios testigos lo han visto. 

¿En qué país vivimos? ¿Para qué se ha creado la figura del feminicidio si el Estado, a través de la Fiscalía, no es capaz de garantizar la representación de las víctimas con pericias científicas y procesos de investigación  bien sustentados? 

No queremos parcialidad sino justicia. 

Queremos las imágenes del feminicidio que fueron subastadas por el gobierno municipal,  que está vinculado con el bufete de abogadas que representan a Kushner. Si esas imágenes reflejarían un accidente provocado por Andrea estamos seguras que no hubieran desaparecido. 

Queremos peritajes científicos, a los cuales ni nosotras, ni víctima alguna tiene acceso.
Si los peritajes de investigación se hacen bajo presión de los victimadores, entonces el feminicidio se convierte en un crimen de Estado. Si no podemos juzgar al feminicida en condiciones científicas, habrá entonces que juzgar al Estado que genera impunidad. 

Lo que está en juego en el caso de Andrea y de todas y cada una de las mujeres víctimas de feminicidio no es si ella era buena o mala mujer, sino el valor de la vida de las mujeres para la sociedad y para el Estado. 

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