Reformas

Falacias contra la Ley de Identidad de Género


2016-06-03
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Pagina Siete

Con el proyecto de ley de Identidad de Género no sólo están en juego los derechos de las minorías sexuales, sino también el tipo de sociedad en la que nos tocará vivir: una sociedad autoritaria e intransigente, contraria a la democracia y la diversidad, o una sociedad donde todos y todas puedan convivir, sin sufrir la vulneración de sus derechos por su orientación sexual.

La jerarquía católica y sectores evangélicos conservadores han planteado las siguientes razones para rechazar el proyecto de Ley de Identidad de Género, que permitiría a transexuales cambiar su sexo en sus documentos de identidad:
 
Primero: este proyecto de ley atenta contra la "familia natural” (heterosexual). Detrás de esta objeción está el "miedo al contagio”. El supuesto es que el cambio de sexo permitirá a personas del mismo sexo casarse. Que esto sería visto como "normal”. Que se producirá una "avalancha de homosexualidad”. Que, con ello, las bases de la "familia heterosexual” y de la misma sociedad serán "destruidas”. Esta objeción es ciega a la realidad. En los países donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal, no se ha producido el "derrumbe de la familia heterosexual”.
 
Los matrimonios homoafectivos siguen siendo menos del 2%. La familia heterosexual es la dominante. No se ha producido la "avalancha de homosexualidad” que preconizan los conservadores. La ciencia ha establecido que la homosexualidad y, dentro de ella, los procesos transexuales, no son una "conducta aprehendida”. Se trata de una condición desde el nacimiento. No hay tal "contagio”.
 
Segundo: este proyecto de ley es una imposición del estilo de vida homosexual a toda la sociedad. El proyecto de ley en cuestión no obliga a los y las heterosexuales a cambiarse de sexo. Sólo permite a los y las transexuales que tengan la opción de elegir con qué sexo serán registrados en los documentos. Por el contrario, la legislación actual sí es una imposición heterosexual a las minorías sexuales. Con lo cual se contraviene el Art. 66 de la Constitución, que garantiza el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.
 
Tercero: el proyecto de ley es una "intromisión” extranjera; la transexualidad no es parte de nuestra cultura, ni tiene su base en los valores indígena originario campesinos. Estudios etnohistóricos han demostrado sobradamente que la homosexualidad y los procesos transexuales son una realidad en las culturas indígenas, como en todas las culturas. Este proyecto de ley fue impulsado por colectivos GLBT del  país, y no por organismos extranjeros. El componente extranjero es más palpable entre los conservadores. El discurso del Vaticano fundamenta la postura de la jerarquía católica. "Transnacionales de la fe”, sobre todo de origen norteamericano, entrenan a líderes evangélicos contra lo que ellos denominan "la ideología de género”.
 
Con el proyecto de ley de Identidad de Género no sólo están en juego los derechos de las minorías sexuales, sino también el tipo de sociedad en la que nos tocará vivir: una sociedad autoritaria e intransigente, contraria a la democracia y la diversidad, o una sociedad donde todos y todas puedan convivir, sin sufrir la vulneración de sus derechos por su orientación sexual.
 
Julio Córdova es sociólogo y teólogo.

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