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Un año de lluvia sobre mojado para las mujeres en Ecuador


2020-11-24
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Página Siete

Con la pandemia se derrumbó mi libertad... me salí de la casa en la que vivía con mi ex porque me amenazó”

EFE/ Quito

 “Con la pandemia se derrumbó de nuevo mi libertad”, asegura  una madre de nacionalidad  boliviana en una casa de acogida en Ecuador, país con el mayor índice de tolerancia a la violencia machista de la región y donde 65 de cada 100 mujeres la ha sufrido en alguna de sus formas.

Sentada sobre la cama de una sobria habitación decorada con algún dibujo infantil colgado en la pared, esta mujer, pongámosle que se llama Alicia, relata con un hilo de voz cómo llegó hasta este refugio hoy convertido en hogar desde hace tres meses.

Gracias a una gestión de la Embajada de Bolivia pudo dejar atrás a su expareja y padre de su hijo de un año, con el que mantiene una causa abierta que le impide abandonar Ecuador.

“Estaba quedándome sin dinero, me salí de la casa en la que vivía con mi ex porque me amenazó. Me dijo si no apareces voy por la tarde y me desato, no me importa ir a la cárcel”, afirma antes de proseguir: “Ahí dije no, este día me tengo que ir”.

Atormentada por un fatal presentimiento aguardó a que su maltratador saliera y aprovechó “la única oportunidad que tenía, porque no quería que me fuera con mi hijo. Me decía ándate, no me haces falta y tampoco le haces falta a mi hijo. Por eso salí, porque corría peligro”.

Aunque su entonces marido no quería que trabajara, cuando su bebé tenía cuatro meses tuvo que dejar al pequeño en manos de otra señora para buscarse el sustento al estar constantemente “sometida al maltrato económico, psicológico y físico”.

Pero la Covid-19 echó todo por tierra y le dio una nueva vuelta de tuerca a su situación. “Cuando vino la pandemia no podía trabajar, ahí se derrumbó de nuevo mi libertad. Me sentía libre al salir a trabajar y volvía a casa a los mismos maltratos”, lamenta Alicia.

María vive con sus cinco hijos en una casa de acogida. 
Foto:EFE

Casa refugio

Sin una señalización que delate su ubicación en un callejón del casco histórico colonial de Quito, la Casa de la Mujer es un inmueble patrimonial rehabilitado que alberga a mujeres y a sus hijos menores de 12 años.

“El 41 % son personas en situación de movilidad humana, de Venezuela, Colombia, EEUU, Bolivia, Honduras, Argentina..., y el 90 % viene con niños”, explica a EFE Carmen Elena Hermosa, la coordinadora del refugio.
En la casa de acogida la primera contención emocional la brindan trabajadoras sociales y psicólogas, que establecen un plan  que incluye atención médica y asesoría legal. 

Un nuevo hogar

La ecuatoriana María, de 32 años y de la provincia  Imbabura, lleva varios meses viviendo en esta casona junto con  sus cinco hijos con edades comprendidas entre los cuatro y los 12 años.

Sometida durante años a vejaciones de todo tipo, su punto de inflexión llegó cuando su expareja agredió a una de sus hijas.

Entonces hizo de tripas corazón y superó la barrera del miedo que le provocaban las amenazas constantes y logró pedir ayuda a la junta cantonal de su localidad, que la derivó al acogimiento.

“Las agresiones fueron físicas, psicológicas y sexuales”, indica esta mujer que viste un jersey rojo con una celosía bordada y que pese a la situación que la mantuvo inmóvil durante demasiado tiempo ha logrado denunciar a su agresor.

Rompe a llorar cuando recuerda lo quebrada que llegó: “No tenía ganas de seguir, las psicólogas me hicieron darme cuenta de que tenía que salir adelante. Primero por amor a mí misma y después por amor a mis hijas. Esta casa es una bendición”.

El 66 % de las mujeres durante el confinamiento no se han sentido seguras en sus hogares y el 85% no han podido dejar esta situación, según ONU Mujeres.

Desde marzo  ha habido 86 feminicidios y entre  octubre y noviembre   16 casos en Ecuador. 

La violencia contra las mujeres crece en pandemia

No hay país que escape de la epidemia de coronavirus ni tampoco ninguno que quede al margen de la explosión colateral de las agresiones machistas, una lacra que ha empeorado en el mundo a causa de las restricciones impuestas por la  Covid-19.

Mañana   se celebra el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y el panorama a escala global es desolador.

La violencia contra la mujer aumenta en el mundo. 
Foto:archivo

En Nigeria y en Sudáfrica se dispararon las violaciones, en Perú aumentaron las desapariciones de mujeres, y en Brasil y en México los feminicidios. En Europa las asociaciones que asisten a las mujeres víctimas de violencia están desbordadas.

Según datos de ONU Mujeres publicados a finales de septiembre, el confinamiento conllevó un incremento de las denuncias o de las llamadas a las autoridades por violencia doméstica del 30% en Chipre, 33% en Singapur, 30% en Francia o 25% en Argentina. En todos los países, obligados a decretar medidas de restricción  para frenar la propagación del virus, las mujeres y los niños se vieron atrapados en hogares poco seguros.

En Brasil se reportaron 648 feminicidios en el primer semestre de 2020, un 1,9% más respecto al mismo periodo de 2019, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP). 

En julio, la Organización de Naciones Unidas advirtió que seis meses de restricciones sanitarias podían comportar 31 millones de casos adicionales de violencia sexista en el mundo, siete millones de embarazos no deseados y frenar matrimonios amañados. (AFP)

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