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Cerro Rico: doble feminicidio revela los abusos que sufren las guarda bocaminas


2019-08-07
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Página Siete

Según las autoridades locales, 148 guarda bocaminas viven y trabajan con sueldos que van por debajo del salario mínimo nacional. Muchas llegan de las áreas rurales y tienen una situación de extrema pobreza.

Anahí Cazas  / La Paz

El único pecado  de las hermanas Marisol y Elizabeth Olmedo, víctimas de un doble feminicidio, fue quedarse a cuidar los instrumentos y equipos en el sector  Pailaviri, en inmediaciones del cerro Rico de Potosí. Las jóvenes aceptaron seguir el destino de su madre, hermanas, primas y amigas: trabajar como guarda bocaminas.

Este doble  feminicidio revela la situación de explotación laboral, vulnerabilidad  y violencia que  sufren todos los días  las mujeres que trabajan  como cuidadoras de los instrumentos de los mineros en el  Cerro Rico de Potosí, según  autoridades locales.

La concejal potosina Azucena Fuertes dijo en base a un registro   unas 148  guarda bocaminas viven y trabajan con sueldos que van por debajo del salario mínimo nacional.  Incluso indicó  que la cifra es más elevada porque  muchas mujeres trabajan de forma clandestina en las más de 500 bocaminas que  hay en este sector.

“Lamentablemente, la muerte de las dos  jóvenes que  cumplían las funciones de guarda  bocaminas revela    la situación  de  las mujeres  que  trabajan en el Cerro Rico de Potosí”, dijo Fuertes. Contó que muchas de ellas provienen de las  áreas rurales y viven en extrema pobreza.

Según la concejal,  una vez que los mineros terminan sus jornadas de trabajo, dejan en las inmediaciones de las bocaminas todos sus instrumentos de trabajo  y equipamiento, incluso  acumulan  mineral en estos sectores.  Entonces, las mujeres tienen la función de cuidar todas esas herramientas y materiales. “Ellas  trabajan como los serenos, pero  están en condiciones infrahumanas y  de mucha vulnerabilidad. El 90%  no cuenta con un contrato de trabajo y gana menos que un salario mínimo nacional (500 a 1.000 bolivianos)”, dijo Fuertes. 

Las guarda bocaminas viven en casas  improvisadas  que miden cuatro por cuatro. Estas viviendas son  construidas con barro  y adobe, además  colocan  calaminas viejas o latas. No tienen acceso a agua potable y electricidad,  menos alcantarillado.  “En estos lugares  precarios se quedan con sus hijos para resguardar las herramientas  de trabajo, las compresoras y  los minerales que dejan los mineros”, dijo.

Las mujeres que se dedican a este oficio no reciben aguinaldo, no tienen acceso a la salud y  no tienen derecho a jubilación, entre otros beneficios sociales. “Es un sector muy vulnerable. La mayoría de ellas son madres solteras o viudas, por eso  viven con sus hijos”, sostuvo. 

En varias oportunidades, las autoridades locales solicitaron al Ministerio de Trabajo y la Defensoría del Pueblo que ingresen al Cerro Rico de Potosí para que verifiquen la situación de las guarda bocaminas. “Sin embargo, parece que es más fuerte el valor del mineral  y el poder de los mineros cooperativistas”, dijo. 

Fuertes  asistió  el lunes al entierro de las dos hermanas. “En solidaridad con las guarda minas, las palliris, que pertenecen a otro sector que trabaja en las minas, se están  organizando para realizar una marcha de protesta”, explicó.

La concejal adelantó que enviará notas al Ministerio de Trabajo y la Defensoría del Pueblo para exigir que se tomen acciones para ayudar a las cuidadoras de las bocaminas. Denunció que   muchas de estas mujeres son víctimas de abuso sexual y violencia, pero  que no se atreven a denunciar por miedo a perder su fuente laboral.

De acuerdo con la concejal, las mujeres no tienen  condiciones y equipos  de seguridad para trabajar como cuidadoras. “Hacen escapar a los jukus (ladrones de mineral) con dinamita en mano)”, comentó.

El pasado domingo, las hermanas Marisol y Elizabeth Olmedo, de 18 y 20 años de edad,  fueron encontradas sin vida en inmediaciones del  Cerro Chico de Potosí. Tenían  los cráneos destrozados y estaban   sin ropa de la cintura para abajo; habían sido vejadas y asesinadas.
Este doble feminicidio causó   indignación en el país.
El mayor de   Policía  Omar Ceballos  explicó  que el médico forense determinó que las hermanas perdieron la vida por un fuerte golpe en la cabeza. 
 
Entre las  pertenencias de las víctimas  los policías   encontraron  un celular. Según el reporte, una de las jóvenes  hizo una última llamada a  su padre.

En su declaración ante el Ministerio Público, el progenitor dijo  que sus hijas habían ido a la bocamina como “cuidadoras en reemplazo de su hermana mayor y de su cuñado”.

“Los padres manifestaron que su hija Zulema Olmedo, de 22 años, (hermana mayor) y Martín Coria (cuñado) son serenos de la bocamina Forzados II y por razones familiares viajaron a la comunidad de Molle. Por esta razón dejaron en reemplazo a las hermanas indicándoles que les cancelarían 500 bolivianos”, agregó el informe policial. 

Este doble asesinato  en el departamento de  Potosí se registra después de  tres semanas  del anuncio del Gabinete de la Mujer  de la aprobación de  un decálogo para  combatir los índices de violencia extrema. En lo que va del año ya se registraron 76 feminicidios, según un registro elaborado por este medio.

Seis feminicidios se registraron en Potosí en lo que va del año

  • 14 de enero Una joven de aproximadamente 19 años de edad  fue asesinada con varias puñaladas  por su pareja en la localidad potosina de  Llallagua. La víctima fue enterrada de forma clandestina en una comunidad rural del municipio de San Pedro de Buena Vista del norte de Potosí.
  • 22 de abril  Una mujer fue asesinada a golpes  en  la comunidad de Vilacaya del  municipio de Puna del departamento de Potosí. Según la Policía, el  autor del crimen es el hermano de 67 años de la víctima. El examen forense  reveló  que la mujer falleció por traumatismo encéfalo craneal.    
  • 24 de mayo Reynaldo Tito, de 30 años,   voló en pedazos a su esposa  de 26 años con  una explosión de dinamita.  El feminicidio se registró  en  el municipio de Caiza D, provincia José María Linares del departamento de Potosí. El agresor perdió las manos en la detonación y  fue enviado con detención preventiva a la cárcel. La víctima dejó tres niños en la orfandad. 
  • 2 de julio Gregoria, de 34 años, fue brutalmente  asesinada a golpes por su esposo Cirilo  en  una  comunidad  del municipio potosino de Tinguipaya. La víctima dejó seis  niños en la orfandad. 
  • 4 de agosto Las hermanas Marisol y Elizabeth Olmedo, de 18 y 20 años de edad,  fueron encontradas sin vida en inmediaciones del  Cerro Chico de Potosí. Las jóvenes tenían  los cráneos destrozados y estaban   sin ropa de la cintura para abajo; habían sido vejadas y asesinadas. En la actualidad, la Policía busca a los autores de este doble crimen en Potosí.
 
 

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